Lauki, servida en bandeja

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Poco hemos avanzado estas dos semanas en la situación de Lauki en Valladolid o, llamemos a las cosas por su nombre, de Puleva, por utilizar la marca quizá más conocida. Y ya saben el dicho: “Mal que no mejora, empeora”.

Y nos hemos avanzado porque, como ya quedó dicho en su momento, la empresa no quiere avanzar y parece que su decisión es tan irrevocable como injustificada. Lo único que hemos sacado en claro estos días es que la empresa reconoce que no hay pérdidas y no es capaz de argumentar un cierre que, por mucho que nos duela, estaríamos dispuestos a admitir si los números no cuadraran y, sobre todo, si de verdad no hubiera alternativas.

Pero es que a esta lechera sí le salen las cuentas y no necesita alternativas salvo las ya conocidas de dejar de llevar la leche a la planta de Valladolid en beneficio de otras más lejanas. Tan lejanas, por cierto  que tampoco parecen cumplir un mínimo requisito de rentabilidad logística o de frescura de la leche si de verdad, como dicen, van a seguir recogiendo el producto a los ganaderos de Castilla y León. Aunque, bien mirados, frescos sí que son, eso no se les puede negar. Los directivos de Puleva, no los ganaderos, claro está.

Entonces, si la factoría de la avenida de Santander no da pérdidas, si se va a seguir recogiendo leche a nuestros productores, si (lo han dicho tanto el alcalde actual como el anterior) no se van a recalificar los terrenos para construir pisos); y si, lo que es más grave, la multinacional francesa se niega a vender a otra firma, ¿ante qué estamos? ¿De qué hablamos? Pues todo apunta a un intento de acaparar aún más cuota de mercado y convertir la actual posición de dominio en el sector en un oligopolio de facto del que sólo se salvarían Pascual, Corporación Peñasanta y alguna otra empresa de mucho menor tamaño, excepción hecha del Grupo Danone, cuyos productos, aún siendo lácteos, no se centran, como es sabido, en la venta de leche uperisada o pasteurizada.

En definitiva, acabar con el libre mercado que tanto dicen defender (ya saben que quien esto escribe siempre ha abogado por el único sistema económico posible, que es el liberal) aunque, con estas actuaciones, no hacen sino poner en práctica una especia de comunismo en versión UHT.

Ilustro este humilde artículo con una bandeja conmemorativa de los 50 años de la vallisoletana Lauki. Una bandeja en la que no se sirve la cabeza ni de Juan el Bautista, ni de ningún directivo de Puleva; si acaso, las de los trabajadores y sus familias.

Y mientras, nos llega la noticia de otro cierre, de otro cierre, el de la fábrica de Mondelez, antigua Dulciora, que trasladará en 2017 su producción a Polonia. No seré yo quien defienda este cierre pero, puestos a argumentar, aquí sí que, aunque no nos guste, seguro que prima un criterio de abaratamiento de costes. En el caso de Puleva, ni eso.

Blog de Ángel Cuaresma

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