“Las palomas y las escopetas”

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El debate de la no investidura ha servido para muchas cosas, entre otras, para confirmar que vivimos en un mundo al revés, en el que nada es lo que parece, que haría las delicias de los amantes de las profecías más distópicas que pudiera concebir la mente humana.

Como en aquel viejo chascarrillo de las palomas disparando a las escopetas, hoy tan arriesgado recordarlo por aquello de la Ley de Bienestar Animal, la sociedad española vive inmersa en un periodo convulso en el que alguien se ha encargado de rompernos todos los esquemas y de obligarnos a una dolorosa e incomprensible adaptación.

Por resumir, estos días hemos aprendido, o nos han forzado a aprender, que un gobierno de progreso es el que se forma, que se va a formar, sin duda, con las fuerzas más conservadoras, no del Parlamento español, sino de todas las naciones del mundo occidental. Hemos aprendido cómo la izquierda no sólo se une con la extrema izquierda, que sería normal, así ha sido siempre, sino que hoy se junta, se apoya, en ese bastión imprescindible que son las extremas derechas vasca y catalana.

Porque, no nos engañemos, ¿hay algo más de derechas en la Europa occidental, que el PNV? ¿Es que nadie ha leído a Sabino Arana, precuela de lo que sucediera en Alemania y arrasara Europa décadas después, del que aún no han renegado? Sigo. Me pregunto, e invito a preguntar, si, PNV aparte, hay algo más de derechas que esa secuela irreductible de Convergencia y Unión que ahora llama ‘Juntos’ por muy dispersos que estén, en Bélgica y Suiza, sin ir más lejos. Más carcas, más fachas, por ser coloquial, imposible.

Pero esa no es la distopía, o no es la única al menos. Veamos: se encumbra, no a los proetarras, sino a los etarras sin ‘pro’, que son tratados en los medios de difusión nacional con los honores y el boato que les confiere una miserable acta, mientras a las víctimas, con actas de igual rango, se les impone un cordón sanitario, algo así como “que se fastidien, que si les mataron a la familia por algo sería”.

Y la sociedad, y sus representantes, sean éstos políticos o mediáticos, cómplices. Los diputados, y no sólo los diputados, de PP y Vox, son fascistas. A lo que se ve, Sumar y quienes intentaron un golpe de Estado son algo así como una tesis doctoral en curso. O la escuela de nadadoras de Esther Williams. No puedes ir a una manifestación en Madrid o Barcelona pero sí codearte con Maduro o ya directamente con Josu Ternera. El virus ébola en versión catódica.

El pueblo, a veces, tampoco está muy acertado al responder. Monta bronca en un tren para vivir un minuto de gloria en Instagram. Los partidos expulsan a sus militantes cuando ya no existe partido, de modo que ya no sabemos de dónde o de qué les expulsan.

Y mientras, la derecha, en tiempos de vendimia, a por uvas, digiriendo una victoria convertida en derrota fruto de una errática campaña cuyo relativo fracaso se fraguó en un debate que dijeron que habían ganado.

Blog de Ángel Cuaresma

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