La Europa de las votaciones

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Cumplí con la tradición de sentarnos a ver buena parte del Festival de Euro-Austra-Visión por tres motivos. Uno, por eso, por tradición; dos, porque, sorprendentemente, no había plan alternativo; tres, por ver cómo se justificaba, si es que se hacía, la victoria de Ucrania.

Y no salí decepcionado. Ganó quien, por eso tan etéreo, difuso, que es el voto popular, tenía que ganar. Y lo hizo, parece, con un programa informático de recuento de votos que, tengo para mí, estaba diseñado por los mismos que gestionaron el de la victoria de Biden. Este sábado, daba igual la calidad musical, la letra, la coreografía, tenía que ganar Ucrania porque sobre el voto popular pesaba la mala conciencia de no sólo no haber luchado nunca contra el comunismo, sino de haberle dado cuartelillo durante décadas.

Y mientras, qué hicieron los representantes, no de España, sino de RTVE, que son dos cosas distintas. Pues hicieron lo que tenían que hacer, ganar, o casi, y, al tiempo, dar una bofetada en toda regla (perdón, porque esta última palabra se ve sometida ahora a la jurisdicción laboral) a los y las profesionales de la coerción.

La verdad es que, en el inicio del proceso que este año conducía al festival, como que no me interesaba mucho pero, a medida que se extendía la campaña contra Chanel (Dios nos libre de traducir Chanel por canal), esta chica y su equipo iban ganándose mis simpatías. Hasta el punto de que llegué a la noche de autos ya convencido. Bueno pues, aún así, me quedé corto y el despliegue efectista, pero sólido, sólido, dejo embelesados incluso a quienes siempre contemplamos estas actuaciones con un frío distanciamiento.

Otra derrota más de ese feminismo absurdo que ha sustituido la legítima y necesaria defensa de la mujer por lo que no es sino un comunismo encubierto en el que, en el caso de Chanel, puede que se mezcle hasta con un punto de racismo, que nunca será reconocido.

No entendí, en las fechas previas, en los ensayos, en las presentaciones, que se hurtara a una mujer la posibilidad de convertir en arte lo que sí se permite a los ‘ronaldos’ de turno; no entendí que se intentaran censurar letras, que escomo cargarse la historia de la literatura universal de todos los tiempos, como tampoco entendí que Chanel tuviera que renunciar y quedarse en su casa, viendo el festival por la tele mientras representaba al ente un hombre o una mujer mucho más correctos.

La pasada noche de sábado, no España pero sí, al menos, RTVE, luchaba por un segundo puesto y a punto estuvo de conseguirlo. Del mismo modo que la conciencia intranquila de millones de europeos quiso votar a Ucrania, como si la libertad se consiguiera con una APP de móvil, esa conciencia podría haber respaldado a una joven cubana que huyo de las garras de los herederos de Fidel Castro para caer en las de los secuaces de Pablo Iglesias. Bienvenida a la realidad, Chanel.

Blog de Ángel Cuaresma

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