Cruzada contra «El Moro»

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No es la primera vez, ni creo que sea la última, que tengo ocasión de escribir en torno a todas esas cuestiones extravinícolas que dan tan mala imagen de la Ribera del Duero  y que contribuyen a que esta denominación de origen no sea, ni de lejos, la líder en su segmento. Ya saben: hermanos peleados entre ellos, hjios a los que no aguanta ni su padre y se van a trabajar a otro lugar, competencias absurdas…

El último numerito, en el que creo que hay mucho de afán de protagonismo, es la demanda interpuesta por Bodegas Emilio Moro contra Viñedos Carlos Moro y el Grupo Matarromera. ¿El delito? Pues nada más y nada menos que el bueno de Carlos Moro ha puesto a uno de sus vinos el nombre de, asómbrense, ‘Moro’. Claro, los demandantes entienden que, siendo Moro el apellido de don Carlos, sus vinos deberían registrarse a nombre de Pérez, Martínez, González, Fernández… Ay, no, Fernández tampoco.

A estas alturas de artículo, el lector, siempre amable y siempre paciente, probablemente ya haya desconectado el, ordenador, muerto de risa o de aburrimiento, pero, claro está, eso no significa que tales sean los sentimientos del juez que deba ver la causa si es que llega a verse.

Independientemente de sus argumentos jurídicos, el denunciante, cuya firma no debe confundirse con la de un famoso humorista de tanto arraigo y fama como la mencionada bodega, insiste en su información a los medios (qué listos son los periodistas de Madrid, ¿verdad?) , en la historia de la compañía, sus diferentes marcas y su presencia en Castilla y León y en otros lugares de España y del mundo.

El demandado, Carlos Moro, no es amigo de tanto glamour, de tanto famoseo y personajes del corazón; antes bien, es un hombre volcado en su trabajo, en sus distintas denominaciones, que, en los últimos años, ha marcado, en Castilla y León y en el resto de España, el camino de las innovaciones tecnológicas, de la investigación, de eso que ha dado en llamarse I+D+i, enseñándonos a todos la senda por la que habrá que discurrir en el futuro si queremos que este mundo del vino no se quede anquilosado y nos sigan ganando por la manga.

No entiendo ni jota de vinos pero sé lo suficiente de los Moro (los de Carlos) y su equipo para saber que puedes encontrártelo cualquier sábado, domingo o fiesta de guardar en alguna de sus instalaciones tras haber aterrizado esa misma madrugada procedente de Hispanoamérica o vaya usted a saber de dónde.

Puede que esto no se aun argumento jurídico pero menos lo es decir que yo me apellido igual y estaba antes si no tienes un registro que acredite un nombre exacto en un lugar exacto.

Ay, Dios mío, qué hemos hecho en la Ribera para que nos toque esta cruz.

Blog de Ángel Cuaresma

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