Peñaladros: La cascada más escondida

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Lejos del ruido de las ciudades, que no haría más que romper su encanto. Escondida en el valle, arrulla el duermevela de los tiempos que no deja nunca entrever que, allí, en el más profundo socavón de la tierra, se despierta, se despereza y se rompe una cascada impresionante, quizá la más bella, por sencilla y escondida, de la provincia de Burgos.

La cascada de Peñaladros está escondida entre los ramajes de gran vegetación exuberante, formada por quejigos y arces, algún que otro avellano y roble carrasco. Cozuela es un pueblo minúsculo, el último de la provincia. Para llegar a Peñaladros hay que sortear decenas de metros de carretera sinuosa, en mal estado… pero el regalo es estremecedor.

Las crestas de la Peña de Aro y la Sierra Salvada desafían al monte y el río pronuncia su sentencia en Peñaladros deshaciéndose en el mejor elogio al monte que es romperse en su caída. El acceso no es fácil; se esconde tanto que, en la carretera de Angulo, hay que bajar hasta Encima Angulo y Las Fuentes antes de llegar a Cozuela. Nada más pasar esta localidad, allí sí, el río sonríe, se carcajea y se nos muestra en todo su esplendor.

La primera cascada es la de San Miguel. BCEl entorno merece un paseo tranquilo. La cascada se rompe furiosa en medio del valle. Merece la pena perderse entre los montes y descubrir, al fondo de eseentorno de cuento de hadas, una caída de agua espectacular que irrumpe de lejos y destroza el silencio que se convierte en una sinfonía de colores y olores. Peñaladros. Un salto tímido y valiente; profundo y bullicioso; lejano y cercano.

La zona por la que discurre el río y vive perenne la montaña es espectacular. El paso de la Peña Angulo, estremece. El valle se deshace en lo más profundo y la soledad de los riscos queda acompañada por el paso impenitente del tiempo. Más allá Arceniega; más acá Quincoces y el Valle de Losa. Encantado, ¿quién sabe? La más mágica zona de la provincia de Burgos. Mucho más allá, y más al norte, Relloso y el Pico del Fraile adornan al diente del ahorcado y al túnel de la Complacera que comunica, de manera artificial, los valle de Losa y Mena.

San Miguel

El riachuelo que nace en la cueva de San Miguel se vuelve cantarín y despotrica por las montañas para salvar un desnivel de más 600 metros entre su nacimiento y su muerte. El río San Miguel se despeña por el acantilado rocoso de su mismo nombre en Peña Angulo. Ochenta metros de caída para llegar al regazo, de nuevo, de su cauce y volver a precipitarse unos pocos kilómetros más allá, en la aldea de Cozuela, en la cascada de Peñaladros.

El Valle de Angulo cierra como si fuera un broche el ojal que se abre en el fondo. Muy cerca, las fuentes que alimentan al río se dejan ver. San Miguel hace llorar a la montaña y sus lágrimas resbalan por la ladera hasta llegar al fondo de las aguas. Allí se sosiegan hasta caer de nuevo a la vera de Cozuela en Peñaladros: Arias, Canales, Covata… y otros tantos que los nativos de la zona enumeran como si fueran letanías.

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