Las altas temperaturas merman la producción de patata en Castilla y León que llegará a las 650.000 toneladas, un 18 por ciento menos

Agronews Castilla y León

15 de octubre de 2022

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“De los pocos cultivos que han aguantado el estrés de los costes de producción”. Son palabras de Eduardo Arroyo, presidente de la Asociación de Productores de Patata de Castilla y León que ha aprovechado para hacer una valoración de esta campaña a unos días de que concluya en la comunidad. Ha sido un año complicado, pero no menos que para otros productos como el maíz, la remolacha o los cereales (que incluso ha doblado su precio) ante el incremento en los costes derivado de la crisis energética y, sobre todo, de la sequía y el calor.

El verano que hemos vivido ha sido complicado, con episodios largos y extremos de calor que no han dado tregua a la tierra. Los productores lo recuerdan como uno de los peores en los últimos 70 años. Un caldo[[{«fid»:»45236″,»view_mode»:»media_original»,»type»:»media»,»attributes»:{«height»:443,»width»:687,»style»:»width: 450px; height: 290px; border-width: 5px; border-style: solid; margin: 5px; float: right;»,»title»:»Eduardo Arroyo, presidente asociación de productores de patata de Castilla y León»,»class»:»media-element file-media-original»}}]] de cultivo que, tal y como Arroyo ha provocado una reacción automática en el tubérculo: “Teníamos mil hectáreas menos para sembrar al inicio de la campaña, además se volvía a abrir el mercado, había más consumidores y, por tanto, más mercado tras el Covid. Sin embargo, el exceso de temperaturas ha reducido la producción ¿Y cómo ha reaccionado la patata? Pues a través de su mecanismo natural, con el que se defiende de las inclemencias dejando de consumir nutrientes, no agota su almacenamiento de agua y no germina igual”.

Esta circunstancia ha provocado, de entrada, que la producción bajase en torno a un 18 por ciento. Es más, estiman que las toneladas totales que podrían recogerse no superarán las 700.000 en Castilla y León esta campaña. A ello se suma el incremento de los costes de producción, que han cifrado en un 40 por ciento o, en cifras concretas, se ha pasado de los 6.000 euros de costes el pasado año a los 9.400 euros este 2022.

Un “estrés” de precios que Eduardo Arroyo cree que ha terminado repercutiendo en los precios: “Se pasó de los 0,25 euros a los 0,35-0,37 euros porque había unos márgenes más ajustados y no había cantidad suficiente para abastecer al mercado”. Eso sí, estos precios no han chocado a nadie, ni siquiera al propio consumidor, ya que el producto es uno de los de primera necesidad, esencial para el día a día y por tanto, el encarecimiento se ha notado pero en menor medida que otros que puedan encontrarse en los lineales del supermercado.

Aún así, no todos los datos son pesimistas. Lo esencial en este atípico año, según remarcan desde la Interprofesional, es que no ha quedado ninguna patata en tierra y se ha aprovechado hasta el final: “Vamos a un mercado muy en el que se escoge y valora la piel, pero esto solo puede darse si hay exceso de patata; si no, todo vale”. Y eso es lo que ha sucedido este año. Por eso, Eduardo Arroyo matiza que la calidad debe ir primando más sobre el aspecto externo, una labor de concienciación que no puede quedarse solo en el primer eslabón sino que se debe extender a lo largo de toda la cadena de producción para así poder llegar cuanto antes al consumidor final.

La campaña comenzó la primera semana de julio con la recogida de la variedad Colomba y ha concluido hace apenas unos días, a falta de algunos restos. De momento, según explica Arroyo, el agricultor ha quedado “satisfecho”; La campaña ha sido, a pesar de todos los condicionantes, una campaña “normal” y los productores se quedan más tranquilos sabiendo que el próximo año podrán, al menos, seguir sembrando. Solo queda ir a mejor después de un año como éste.



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