Desde CERAI destacan que el consumo de «carne de laboratorio» por el momento no tiene las mismas propiedades alimenticias necesarias para una alimentación adecuada y que aún es temprano para medir su impacto en la salud humana. Además, cuestionan el beneficio ambiental previsto en términos de emisiones de gases de efecto invernadero, ya que, efectivamente, aún no se puede hacer una estimación, puesto que está poco desarrollada y los primeros estudios demuestran que para su producción requieren mucha energía y materiales no renovables. Asimismo, desde una perspectiva económica, la tecnología de carne cultivada es costosa, difícilmente escalable para el consumo mayoritario e inaccesible para los sectores más desfavorecidos de la población en los países ricos y de la gran mayoría de la población de países empobrecidos. Es una tecnología que no acabará con el hambre en el mundo.
Por otro lado, la industria de «carne cultivada» está orientada a reproducir los modelos de las grandes industrias, que no apoya la creación de empleo en las zonas rurales y el que puede generar es de baja calidad y remuneración. Además, si se retira el ganado de los montes y se reemplaza su consumo por el de la carne cultivada, se perderán una serie de servicios ecosistémicos, vitales para la conservación de los espacios naturales y se perderán empleos en las zonas rurales contribuyendo a la despoblación rural. Asimismo, la entidad plantea su preocupación por el monopolio tecnológico y la concentración de riqueza que caracterizan a esta tecnología, así como la falta de control por parte de la población.
Desde CERAI enfatizan que los sistemas de cría de ganado extensivo desempeñan múltiples funciones, como proporcionar proteínas de calidad, generar ingresos para las comunidades rurales y ofrecer productos locales y artesanales que conservan la cultura de los territorios, fomentan el empleo y el desarrollo rural. «La ganadería extensiva asegura la redistribución de riqueza entre personas, la soberanía alimentaria y contribuye a la conservación de paisajes, biodiversidad y cultura ganadera», aseguran desde la entidad.
Por otra parte, la entidad explica que «es fundamental reflexionar sobre el tipo de sistema alimentario que deseamos, puesto que un sistema sostenible debe ser equitativo y respetuoso con las comunidades rurales y debe promover modelos y tecnologías accesibles y adaptadas». Además, es crucial apostar por la salud tanto de las personas como del planeta, «especialmente a través de acciones impulsadas por el sector público, que implican revisar nuestros métodos de producción y consumo», afirma.
CERAI apoya firmemente la ganadería extensiva y ha publicado una guía de buenas prácticas ganaderas que resalta los beneficios medioambientales y sociales de este modelo. La guía está disponible en el siguiente enlace: Guía de buenas prácticas ganaderas – CERAI
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