En Francia en los últimos cuatro años, la superficie dedicada al trigo duro ha disminuido de 400.000 a 280.000 ha. Mientras que el consumo continuó creciendo en todo el Mediterráneo y África, en forma de pasta, cuscús y sémola, este cultivo ha perdido el 45% de la superficie que se dedica a él en la UE en 10 años y el 66% ha bajado en Estados Unidos desde 2000.
Incluso Italia se ve obligado a importar trigo duro para hacer pasta.
Las alertas han «saltado» la campaña pasada tras la mala cosecha debida al mal tiempo que se recogió en la UE occidental y Canadá el año pasado, el mayor productor / exportador, lo que provocó que en la segunda mitad del año se produjese un aumento de precios de más del 50% hasta alcanzar los 447 euros por tonelada en noviembre frente a los 274 en julio, valor insostenible para la industria.
Para corregir la situación, Francia, la producción en este país cayó a 1,4 millones de toneladas en 2014, frente a 2,3 millones de hace cuatro años, quiere volver a una producción anual de 3 a 3,5 millones de toneladas 2025, para lo que los 12.000 agricultores que todavía se dedican a esta actividad necesitan, por un lado, mejoras en las variedades que se les ofrecen en el sentido de que mejoren sus rendimientos así como el apoyo de Bruselas y París a través de una ayuda asociada de unos 40 euros por hectárea que anime a cultivar.
