«No hay por donde cogerla»

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No hay por dónde cogerla. Este sería el resumen de la fatídica ley de amnistía (luego explico las minúsculas) aprobada, o así, por el Congreso y que choca con los más elementales principios de la igualdad jurídica y social entre españoles de una u otra región e, incluso, entre familias.

Por ir resumiendo. No hace falta ser un jurista de prestigio, o ni siquiera de esos que trabajan para los partidos políticos, para darse cuenta de cómo se gesta esta ley, cómo se aprueba, cómo echa a andar coja y ya veremos cómo muere, si es que muere, en el plazo de unos pocos meses. A este humilde columnista, sin ser, ni de lejos, licenciado en Derecho, se le ocurre preguntar por la validez de una norma elaborada expresamente para absolver (y absorber) delitos concretos, muy concretos, previamente cometidos. Es decir, algo así como si cualquiera de ustedes roba un banco y, acto seguido, se aprueba una ley que absuelve a usted, y sólo a usted, del robo del banco. Pero, insisto, sólo a usted, no al que ha robado el banco en la región de al lado.

De aquí lo de las minúsculas. Escribo ley de amnistía en letra pequeñita porque el verdadero nombre de la ley es, esperen que hago un ‘corta y pega’, Ley Orgánica de amnistía para la normalización institucional, política y social en Cataluña, es decir, que si usted, además de robar un banco, intenta dar un golpe de Estado en Cataluña, le absuelven pero, si lo intenta en cualquier otra región, a la trena. Vamos, que Tejero se equivocó de ciudad y los socios de Sánchez acertaron.

Y hay más delitos que se perdonan. A saber, y son sólo algunos ejemplos, los atentados cometidos en las calles de Barcelona contra la Policía, esa misma policía que años después apalearía a quienes rezan el Rosario en Ferraz; el ambiente irrespirable noche tras noche, los padres que no podían llevar a sus hijos enfermos al médico o a la farmacia, el turista que murió de un infarto en las inmediaciones del aeropuerto, los coches de la Guardia Civil destrozados (de manera parecida se proclamó la II República en 1931)… Todo eso, y más, se contempla en una ley que se llama de normalización y que, en el fondo, viene a normalizar, que no es poco, la ruptura de las familias, rotas, sí, por quienes ahora serán absueltos.

No deja de llamar la atención que esta gran desigualdad sea impulsada por la izquierda. Junto con la extrema derecha catalana y vasca, sí, pero es que esa extrema derecha, la catalana y la vasca, también presume de defender la igualdad, la justicia social.

Y todo esto, ¿para qué? Porque si, a fin de cuentas, sirviera para garantizar la presidencia de Sánchez y la investidura de Illa, pues bienvenido fuera, para el PSOE, digo, pero es que el siguiente paso es la investidura de Puigdemont, y un nuevo referéndum ilegal (pleonasmo) y un nuevo intento de golpe de Estado que, quizá para entonces, ya no se quede en un mero intento.

Blog de Ángel Cuaresma

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