Montesquieu ha muerto… otra vez

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El pacto entre los dos partidos aún mayoritarios para repartirse los cromos del CGPJ, en medio del regocijo del menguante pensamiento único, es una prueba más del absurdo sometimiento de la justicia y de la falta de respeto a la separación de poderes.

Transcurridos unos días desde el fatídico pacto, y con la tranquilidad que da la no inmediatez, uno no sabe qué es más humillante de todo el proceso, si que nos quieran tomar por tontos, las explicaciones que las terminales de PSOE y PP nos dan o la vigilancia a la que, también en esto, nos somete una Unión Europea cuyo sistema actual parece tener ya fecha de caducidad.

Por ir capítulo a capítulo. Es verdad que, al común de los mortales, no parece que le importe mucho el acuerdo y su contenido, básicamente, diez cromos para el PSOE, diez para el PP; es verdad que esta es de esas noticias que parecen fabricadas a medida y exclusivamente de políticos y periodistas, pese a su trascendencia; es verdad que la Constitución habla de las Cortes generales (las Cortes, no sólo dos partidos) como electoras de los miembros del CGPJ, pero, de verdad, que no nos tomen por tontos. Lo digo, y me molesta mucho más que si la supuesta argumentación proviniera del PSOE, por la explicación dada el día de autos (no judiciales) por el abajo firmante del PP, a saber, Esteban González Pons: “Desde hoy, la Justicia española es más independiente”. Hombre, menos es difícil que los sea, pero más, lo que se dice más, después de que el reparto lo decidan dos partidos políticos, tiene eso de independiente lo que González Pons y Bolaños de clarisas de Belorado.

No insistiré en la pobreza intelectual del ala mediática del PP, advirtiendo a Núñez Feijóo de la falta de palabra de Sánchez; ojo, no le pedían que no firmara, no, sólo que no se fiara del presidente del Gobierno, greguería avalada apanes 24 horas después cando el ministro Bolaños decía, declaración repetida hasta la saciedad, eso de que “el acuerdo no es vinculante”. En el pecado llevan la penitencia.

Pero lo que de verdad humilla, no es que les duela, pero humilla de verdad, es que la rúbrica se produjera tutelada por una comisaria política de la Unión Europea, una especie de señorita Rottenmeier, que vigilaba a dos legítimos representantes de un país democrático como si estuviera comprobando el proceso electoral en una dictadura bananera. En España, si acaso, sería platanera.

Pues bien, todo esto es lo que, con mayor o menor convicción, más en el PSOE que el PP, claro está, se ha jaleado sin pudor esta semana. Dicho lo cual sigo sin entender qué significa realmente el acuerdo. Se me ocurre que, si un delincuente es del PSOE o del PP, se le absuelve, y, si es de Vox, de Sumar o de otro partido, se le condena. ¿O no?

Blog de Ángel Cuaresma

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